Reptilectric: Un viaje con Zoé



letrastereo_zoéPrimera visita a Ciudad de México, era el verano del 2009, y como en todo viaje que hago a un país diferente (soy un venezolano que vive en Madrid) quería llevarme una mínima muestra de como está "sonando" la tierra que visito. Desde hace mucho tiempo había disfrutado de los reconocidos Caifanes (Jaguares), Amantes de Lola, Café Tacuba, La Lupita, Maldita Vecindad, Control Machete, Plastilina Mosh, Molotov, entre otras expresiones procedente de este rincón del planeta. En fin, esta ocasión era propicia para alimentar y saciar la sed melómana, esta vez con ganas de saborear algo mesoamericano de finales de la primera década del siglo XX.


El ritual musical, casi sacramento, fue dirigirme a una famosa discotienda de la capital mexicana, para más señas, en la colonia Polanco. Previamente había indagado por la web y gracias al “bendito” YouTube descubrí a Ximena Sariñana, Natalia Lafourcade, Ely Guerra y  Zoé. Este último fue mi primer objetivo en la misión. Ya había escuchado algunos temas de los Zoé, gracias a unos programas radiales en España. 

Enfrente de las estanterías y sin mucha contemplación agarré el CD "Reptilectric" (2008). Además, seleccioné otro disco que entraba dentro del presupuesto vacacional (Ximena Sariñana, "Mediocre"). Para no pecar de impulsivo solicité recomendación por parte de los chicos del local, quienes me dieron el visto bueno por la selección. La suerte ya estaba echada, como dicen por ahí. "Reptilectric" había entrado a la colección luego del pertinente pago.

letrastereo_zoe_reptilectric"Reptilectric" me quemaba en las manos, tenía que escucharlo. No tenía la tecnología apropiada para sumergirme en sus sonoridades. De viaje solo llevaba conmigo un reproductor MP3.  Así que el sagrado ritual de momento para disfrutarlo tendría que esperar. 
Sin duda, pronto acabará  este mágico ritual de visitar las tiendas de disco en donde sea. 

Finalmente, ya en la ciudad de Madrid, llegó el momento de conocer a "Reptilectric". Frente al reproductor de CD  respiré profundo y pulsé "play". 

Esta nave llamada "Reptilectric" despegó rumbo a mi cabeza. Ya no estuve en el mismo sitio, la música lo hizo todo desde el primer track que da nombre a la producción de la banda mexicana.  Un bajo como motor de transbordador espacial me indicó el camino. Un sonido dulce, melancólico, me guió a través de las confortables frases espaciadas. Una batería enérgica marcó los pasos para subir a la escalera que conduciría a la cabina de mandos. El mensaje lírico no dejó duda que era un paseo más que terrenal: 

…Reptilectric bienvenido a la tierra, una mañana en el horizonte bajando por el triángulo de sol, del sol, quiero libertad en un mundo material”.

“Nada” si fue algo (chiste fácil). Un hilo conductor en la misma onda que te mantiene navegando en ese espacio. Su intro me trasladó a un despegue espacial de serie futurista de los años setenta. Bajo y teclas con golpes continuos y la dulce melodía vocal mantuvieron la estabilidad de la nave. 

“Sombras” no rompió el tempo de los 2 capítulos anteriores. El vuelo tenía un tono Britpop, muy de estos tiempos dos miles. La letra siguió creando una atmósfera más allá de lo terrenal

“…sombras tapando el sol, sombras tapándote, son tan sólo sombras”.

"Reptilectric" hizo un viraje impresionante en la máquina del tiempo, específicamente, hasta finales de los años ochenta. 
“No hay Dolor” me llevó hasta el planeta "The Cure", sin duda. Un bajo cargado con efectos tipo Chorus y Delay, simulaba con mucha precisión a esta mítica banda que tanto escuché por aquellos años. Por supuesto, el tema tenía el sello Zoé con la melodiosa y dulce voz de León Larregui. Ya a está altura del viaje ya había investigado más sobre la banda.

La máquina del tiempo seguía funcionando y me trasladó hasta el mítico álbum del grunge "Nevermind" de Nirvana, con su tema "Poli".  Solo coincidían en el título porque la "Poli" de Zoé es folk con guitarras acústicas y una batería minimalista. Fue una cómoda parada de descanso después de tanto sonido sideral. La lírica simuló una especie de despecho cósmico: 

"Poli era mi chica ideal, una perla blanca mexicana, la cual yo amaba, pero nunca pude tener, ni mostrarle todo lo que le escribí, en el fondo del mar, satélites, flotando por el universo...".


“Resiste” me despertó un poco de la pequeña siesta al estilo folk. Estaba más en la órbita del universo Zoé. No fue hasta llegar a “Neardental” que la nave imprimió nuevamente su velocidad de crucero. La batería volvió a marcar el tempo de los comienzos del tour y León me recordó cuales eran las coordenadas: 

"...deja todo lo que estás haciendo, mira a tu alrededor no hay estrellas en la obscuridad, solo pulpos, zombis de metal, neardental, no hay evolución...".


“Fantasma” fue una estación tranquila, como de paso antes de ir hacia otro destino. Con una instrumentación sencilla esta canción, como la mayoría de los temas, era un viaje con aires psicodélicos hasta tocar suelo en nuestro satélite natural. En "Luna" floté sin gravedad como sucede en este astro, o así me hizo sentir su lírica: 

"Luna, no me abandones más, que tiendo a recuperarme en la cuna de tus cráteres...". La atmósfera estuvo cargada de un bajo profundo, guitarra con delayes y samplers con destellos de Pink Floyd.

El tema “Últimos días” aceleró nuevamente el viaje. No hubiera sido un error confundirlos con The Killers o Franz Ferdinand entre otras bandas. Una pieza con mucha energía que faltó poco para ponerme a bailar.

De repente sonaron unos frenéticos tambores y un coro casi celestial creó un ambiente caótico. Era la última parada. El aparato que era el track 11 de 11. 

Silencio. El paseo Reptilectric había finalizado. Silencio, eso es lo que necesité para digerir la intensa experiencia sonora vivida.


Gracias a Zoé por el viaje, que espero volver a repetir.


Adrián Naya

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