Como montar bicicleta, sónica


En este 2013 que apenas comienza quiero recomendarles hacer algo que les va a dar un subidón de energía y emoción, y no están permitidas las excusas. No se trata de ninguna droga, pero sí engancha con placer. No es ilegal o inmoral, pero desinhibe a todos. Señoras, señores, jóvenes, niños, los invito a tocar cualquier instrumento musical y/o cantar.

No descubro nada nuevo con esta proposición, pero a veces con los años y las "responsabilidades" olvidamos conectar con la emoción, energía y el placer que da el interpretar música. Por lo menos ese ha sido el caso de este melómano que les escribe. Consciente desde unos años de esta situación me he propuesto retomar el vínculo directo con los instrumentos. Para ello he adquirido poco a poco un tambor djembé, una darbuka, un cencerro, una pandereta, y hace un par de años un cuatro venezolano cortesía de mis padres.

Si leyeron la entrega del 30 de enero de 2011,"¿Quién tiene la culpa"?, comprenderán que la misión de reconexión musical no estaría cumplida hasta sentarme de nuevo en "el trono" de una batería acústica. Los demás instrumentos han sido muy enriquecedores, aunque no ocuparan el sitio de un set de tambores y platos (platillos). Por consiguiente el próximo paso era tener la oportunidad de tocar la gloriosa (ruidosa para algunos) batería.

PIDE

Los deseos se cumplen ¿Cuándo? Eso generalmente no se sabe, por más entusiasmo que tengas. En este caso han pasado varios años para que pudiera disfrutar de la batería junto a otros músicos.  Esto ha sucedido a pocos días de finalizar el 2012, y gracias a una amiga, Mar Benavent, quien está bien conectada en el mundo de los músicos profesionales en Madrid. El Honky Tonk, mítico lugar de Rock n' Roll de la capital española, ha sido el escenario de un mágico reencuentro con el instrumento y la música.

"Súbete", esa fue la orden del coordinador de las jam sessions del lugar  para que de inmediato el interruptor se encendiera y trillones de voltios empezaran a recorrer todo mi cuerpo. La energía suficiente para subirme al "trono" con tambores y platos. 

¿Cuál quieres tocar? Me preguntó el guitarrista principal apenas me acomodé.
- La que quieran. Este, una de Jimi Hendrix - dije por salir del paso.
- ¿Te sabes "Born to be Wild"? - preguntó de nuevo.
- Se cual es - contesté aunque nunca la había tocado.

 Y arrancó la aventura. (Ver Vídeo)





Fueron dos temas, "Born to be Wild" de Steppenwolf y "Smoke on the Water" de Deep Purple, los elegidos por la improvisada banda. Los nervios fueron dominados y canalizados en la interpretación que hice de estos clásicos del Rock que nunca en la vida había tocado hasta ese momento. También poco importó que la batería estuviera estructurada de una forma incómoda para mis dimensiones. ¡Estaba en las nubes!

Después de "bajar del cielo" no había quien pudiera borrarme la sonrisa de la cara. También fue una grata experiencia haber compartido en acción con músicos de un alto nivel, con bastantes horas de vuelo y abiertos a que un "enchufado" desconocido se subiera a acompañarles por unos instantes.

De esta experiencia me quedo también con una frase que me dijo el director de la Jam Session del Honky Tonk, Eric Franklin, y baterista profesional (Miguel Bosé, Antonio y Rosario Flores, Antonio Vega, etc.): "... Es como montar bicicleta". 

Pues sí es cierto a pesar de haber perdido condiciones con los años de parón. Eso sí, no es como una bicicleta cualquiera,  cuando te "subes" a la batería vas a la velocidad del sonido, es como montar una bicicleta "sónica".


Adrián Naya


Gracias Mar por ese detalle con un batera-lover. Una experiencia imborrable.

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